martes, 10 de mayo de 2011

Nigromantes

El doctor John Dee y el nigromante Edward Kelley
El nigromante es un mago (también se dice algunas veces que no es un mago sino un aquimista) que gracias a su gran conocimiento de las artes obscuras, puede traer a los muertos de nuevo a la vida.
Para conseguir sus obscuros fines, el nigromante debía de elegir un lugar y momento apropiados para formular sus encantamientos. Generalmente estos se llevaban a cabo en una encrucijada de caminos, a media noche o por supuesto en un cementerio. Se trazaba un círculo magico en el suelo, en el que había un cuadrado o un pentágono inscrito con signos cabalísticos y de formulas sagradas destinadas a invocar protección divina. Luego abría su grimorio, donde estaban frases y oraciones para invocar a los difuntos, estos últimos aparecían entonces y respondían a cualquier pregunta que el nigromante planteara. Al haber terminado su interrogatorio, el nigromante no debía olvidar pronunciar las fórmulas de despido para explusar a los espíritus de los difuntos, pues, en caso contrario, corría el peligro de ser acechado por ellos durante toda su vida, o de ser poseído.

Había varias maneras de invocar a los muertos y ésta es otra de ellas:
La noche de Navidad, el nigromante debe asistir a la misa de gallo.
En el momento de la elevación, debe prosternarse y decir en voz baja: Exsurgent mortui et ad me veniunt, es decir: "Que los muertos se levanten y vengan a mi". Luego debe salir discretamente de la iglesia y dirigirse a un cementerio vecino dónde elegirá una tumba ante la cual pronunciará las siguientes palabras:
-Potencias infernales, vosotras que creais el desorden en todo el universo, abandonad vustra oscura habitación y dirigíos más allá del río Estigio. Si tenéis en vuestro poder aquel o aquella a quien llamo, os conjuro, en nombre de los reyes, a que me lo hagáis aparecer a la hora que os indicaré.
El nigromante toma entonces un puñado de tierra y lo dispersa a su alrededor, con un gesto de sembrador, antes de proseguir:
Cruz de San Andrés
-Que aquel que es polvo se despierte de su tumba, que salga de su ceniza y responda a las preguntas que le haré en nombre del padre de todos los hombres.
El nigromante debe volverse luego hacia el este, hacia la salida del sol. Coge entonces dos tibias, que debe ponerse sobre el pecho fomando una cruz de San Andrés. Abandonará el cementerio y arrojará los huesos delante de la primera iglesia que encuentre. Luego caminará en dirección oeste, haciendo exactamente "cinco mil novecientos pasos", y se detendrá para evocar al difunto con esta frase: Ego sum qui te apello et viedre volo,a saber; "Yo soy el que te llama y te quiere ver".
El espectro se manifestará inmediatamente y responderá a las preguntas del nigromante, que después lo despedirá diciendo: "Regresa al reino de las sombras, estoy contento de que estés allí".
El nigromante a continuación deberá volver a la tumba donde comenzó su evocación y trazar sobre la piedra una cruz con la mano izquierda, con la punta de un cuchillo. El grimorio estipula que no hay que omitir ninguna de las directrices de este complicado ritual: "No olvidéis el menor detalle del ceremonial prescrito. Sin ello, os arriesgáis a convertiros vosotros mismos en presas de todas las potencias del infierno"

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